miércoles, 13 de abril de 2011

Miguel Corre

*Por Ezequiel Fernández Moores

"A ver una sonrisa", pedía el profesor desde la tarima, minutos antes de la largada. Y seguía: "Manos atrás, me agarro el cuello. Flexionamos un poco las rodillas, vueeelvo. Soy muy fuerte. ¡Fantasías arriba!". Cientos de miembros de la agrupación La Poderosa estaban lejos de atender sus indicaciones. "¡Macri, la gente no es boluda, vos no sos Miguel Sánchez, vos sos la dictadura!", cantaban desde el fondo. Una hora después, todos aplaudieron cuando Ramiro Carcagno, un niño con síndrome de Down, festejó feliz su premio en el podio. Al rato subió Martín Sharples, segundo en la categoría silla de ruedas. Llovía. "Son las lágrimas de los treinta mil desaparecidos. Miguel corre por los barrios que Macri quiere correr", inició Sharples su discurso. El podio estaba rodeado de carteles antimacristas. "Es parte de la democracia", me dice Daniel Lipovetzky. El subsecretario de Inclusión y Derechos Humanos del gobierno de Mauricio Macri fue organizador de la décima edición de La Carrera de Miguel, realizada el domingo pasado en los bosques de Palermo. 
Había enojo porque el gobierno, después de mucha incertidumbre, corrió para abril la carrera, que, desde su inicio en 2001, se celebró siempre en marzo, cerca del 24. Además, el anuncio oficial se hizo apenas unos días antes. Y los pocos afiches que exhibió la presentaron de modo aséptico: "Prueba competitiva 8K. Marcha Aeróbica 3K". La Carrera de Miguel no es una carrera para promocionar zapatillas. Se corre por la memoria y la justicia. Para homenajear a Miguel Sánchez, un atleta tucumano que hacía trabajo social en la Juventud Peronista. Cuando volvía de correr por tercera vez la San Silvestre, en Brasil, un comando militar lo arrancó de su casa de la calle San Martín 176, en Villa España, partido de Berazategui, el 9 de enero de 1978. La patota, armada con ametralladoras, tiró una biblioteca, pero no tocó los trofeos. Adam, el perro de Miguel, no pudo ladrar durante dos años. Los matones le ordenaron a Miguel que se pusiera el equipo de gimnasia que estaba en una silla. No dejaron que besara a su madre. Miguel, empleado de maestranza en el Banco Provincia, tenía nueve hermanos y 25 años cuando lo chuparon. Jamás apareció. 
La Carrera de Miguel fue siempre correr, recordar y celebrar el mero hecho de estar juntos. La primera edición contó con la presencia de organismos de Derechos Humanos, ídolos deportivos, como Guillermo Vilas; políticos y artistas, entre dos mil participantes. En 2002 no se corrió porque Daniel Scioli, entonces secretario de Turismo y Deportes del gobierno de Eduardo Duhalde, adujo falta de dinero. Hubo unos 3000 anotados para la carrera de 2003 y más de 5000 en 2004, cerca de 8000 en 2005, más de 7000 en 2006, más de 12.000 en 2007 y unos 15.000 en 2008. Desde 2005, La Carrera de Miguel comenzó a correrse también en el barrio de Villa España. Vestidos con remeras que decían "Miguel", todos se emocionaron al pasar frente a la casa donde fue secuestrado el atleta. Se sumaron Morón y Bariloche. Y hubo también Carreras de Miguel en Tucumán, La Habana, Barcelona y Miami. Este año se agrega Puerto Madryn. 
En Buenos Aires, la situación cambió a partir de 2009. Claudio Morresi, secretario de Deportes en el kirchnerismo, que tiene un hermano desaparecido y estuvo siempre presente en La Carrera de Miguel, organizando y corriendo, entendió que las políticas de derechos humanos de la Nación tenían nula sintonía con las de la ciudad de Buenos Aires. "Pedimos fecha para hacer nuestra propia Carrera de Miguel y no nos la dieron", dijo Morresi. "Los derechos humanos -le replicó el gobierno de la ciudad- son de todos." La Provincia de Buenos Aires inició su propia carrera, en Vicente López y Quilmes, con apoyo de la Nación, que está en cada Carrera de Miguel "que mantenga viva la lucha por la memoria, la verdad y la justicia", me dice Morresi. La ciudad se quedó con su carrera. Pero la vació de contenido. 
Martín Sharples participó de todas las ediciones porteñas de la carrera. Ex rugbier, con una pierna amputada desde los 27 años, por un accidente de tránsito, Sharples, deportista, activista de derechos humanos y socialista, recorrió miles de kilómetros para homenajear al "Che" Guevara, los desaparecidos y los muertos de Malvinas. Siempre lanzó reclamos desde el podio, también antes de Macri. Premios justos para los atletas con capacidades diferentes. Aparición con vida de Julio López. "Basta de aerobics", pidió hace dos años. Los organizadores entendieron. Ahora escuchamos a León Gieco que canta "todo está guardado en la memoria". El domingo, Sharples dedicó su premio al periodista y abogado Pablo Llonto, otro eterno presente en la carrera. "Miguel es el primer desaparecido del que pude averiguar algo por fuera de una investigación judicial", me dice Llonto, conocido y respetado por su militancia social. Faltó, en cambio, en la premiación Osvaldo Suárez, estrella máxima del atletismo argentino, entrenador de Miguel cuando fue secuestrado. "Nadie me avisó nada", me dice Suárez, que el domingo, a esa hora, entregaba premios en otra maratón en Puerto Madero. La organización fue un caos. Elvira Sánchez, hermana y fiel custodia del legado de Miguel, directamente no quiso subir al podio. Se fue con sus alumnos de la Escuela de Educación Media N° 7 Ernesto Che Guevara, de Berazategui. 
"Me llamaron el viernes del gobierno de la ciudad para invitarme a la carrera que se hacía el domingo. Yo dije que iba, aunque no me hubiesen llamado porque la carrera es de Miguel. Pero no fue seria la fecha, los afiches, la organización, nada", me dice Elvira. Le cuento que, entre otros, la buscaba para saludarla Pablo Ferrari, hijo del artista plástico León Ferrari, y hermano de Ariel, desaparecido. Pablo Ferrari corrió la prueba de ocho kilómetros, igual que Leticia Acosta, hermana de Adriana Acosta, ex integrante del seleccionado argentino femenino de hockey sobre césped, desaparecida en 1978. Había unas 2000 personas el domingo en la carrera. "Somos de Aguilas, del partido de General San Martín, venimos porque hacemos deporte y queremos recordar a Miguel, que fue una figura deportiva y tuvo la desgracia de que lo callaran", me dice Víctor Martín, de 52 años. Una familia de la villa 21 suelta decenas de globos blancos. Su hijo murió hace unos días, me dicen, porque la ambulancia, que no entra en la villa, llegó tarde. Otros se corren molestos ante tanta protesta anti-Macri. 
"La Carrera de Miguel es algo que debe tener la fuerza de sobrevivir a una elección, a una derrota o a una victoria", me dice Valerio Piccioni. Periodista de La Gazzetta dello Sport, Piccioni es el verdadero inspirador de la prueba. En una visita a Buenos Aires se conmovió al leer el caso de Miguel, en un libro y en un recordado artículo escrito en Clarín por los periodistas Ariel Scher y Víctor Pochat. En 2000, organizó en Roma La Corsa di Miguel. El 9 de enero, el mismo día del secuestro. Dos policías municipales irrumpieron pidiendo dónde estaba el permiso para correr. No había quién abriera el estadio. Un atleta rompió el candado. La Corsa di Miguel volvió a ser un éxito este año en Roma, aun con un alcalde de derecha, Gianni Alemanno. "La Carrera o la Corsa son de la gente de Buenos Aires y de Roma. No del intendente de Roma o de Buenos Aires", sigue Piccioni. La Corsa es organizada por un pequeño grupo llamado Club Atletico Centrale. La intendencia, la Provincia y la Región ayudan con un aporte económico, pero el grupo decide fecha, regalos y eventos colaterales, a costa de muchos sacrificios y algún dinero personal. Piccioni me enumera las premisas: Nunca Más, en la Argentina y en cualquier esquina del mundo; reconquistar ciudades esclavas de gasolinas y motores, y el deporte para unir razas, idiomas y culturas. Esto último, me dice, inspirado en el conocido poema que escribió Miguel antes de su desaparición. "Para vos atleta/ para vos que sabés del frío, de calor/ de triunfos y derrotas/ para vos que tenés el cuerpo sano/ el alma ancha y el corazón grande/ Para vos que tenés muchos amigos/ muchos anhelos/ la alegría adulta y la sonrisa de los niños/ Para vos que no sabés de hielos ni de soles/ de lluvia ni rencores/. Para vos, atleta/ que recorriste pueblos y ciudades/ uniendo Estados con tu andar/ Para vos, atleta/ que desprecias la guerra y ansías la paz." 

Ilustración: Sebastián Domenech

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